Sus padres fueron Nicolás Franconetti, natural de Roma y antiguo jefe de la Guardia Valona, y María Concepción Aguilar, natural de Alcalá de Guadaíra. Siendo niño su familia se trasladó a vivir a Morón de la Frontera, donde accedió a estudios elementales y comenzó a dedicarse al oficio de sastre en la tienda que regentaban su padre y su hermano mayor. A la temprana edad de 10 años, Silverio frecuentaba las fraguas de los gitanos, donde recibió la influencia de sus cantes, especialmente del cantaor conocido como "El Fillo".
Posteriormente se trasladó a Sevilla y Madrid, donde se dedicó profesionalmente al cante flamenco en una época en la que este arte se encontraba relegado a los más bajos estratos sociales. Silverio fue el precursor de los conciertos flamencos. En esta etapa hizo famosa la ‘seguirilla de Silverio’, una variación de la seguirilla gitana.
En 1855 viajó a Buenos Aires, donde trabajó como picador de toros, y a Uruguay, donde inició una carrera militar que terminó con la graduación de oficial. En 1864 regresó a España, momento en el que el folclorista Demófilo, biógrafo y amigo de Silverio, recogió su actuación acompañado a la guitarra por el maestro Patiño. Según cuenta Demófilo, un Silverio de incógnito fue reconocido por la concurrencia gitana al comenzar a cantar por seguirillas. Teniendo en cuenta los años de ausencia en América, la anécdota da una idea de la originalidad y relevancia de su estilo.[4]
A partir de su regreso de América, Silverio desarrolló su etapa de mayor actividad, dirigiendo y fundando cafés cantantes y contratando a otros artistas para sus locales. Silverio realizó su actividad entre Sevilla, Jerez de la Frontera y Cádiz, ciudad ésta donde se le proclamó como "Rey de los cantaores", según la biografía de Demófilo. Además, consiguió sacar al arte flamenco de su humilde entorno social original y llevarlo a foros distintos. Los días 12 y 19 de mayo de 1866 Silverio actuó en Madrid ante la Corte de Isabel II.
En 1870 dirigió el salón "El Recreo" de Sevilla, y posteriormente, en asociación con Manuel "El Burrero" y Frasquito "El Manga", amplió el local y lo rebautizó como "Café de la Escalerilla". Tras la ruptura con sus socios, fundó en 1881 el "Café de Silverio" en la Cuesta del Rosario de Sevilla, que pronto se convirtió en punto de referencia del Flamenco y lugar de reunión de lo más granado de este arte a finales del siglo XIX: D. Antonio Chacón, La Serneta, Francisco Lema "Fosforito", Miguel Macaca, Dolores «La Parrala», La Mejorana, etcétera. Tras el cierre del salón, Silverio continuó su actividad como cantaor en solitario hasta su muerte en 1889.[5]
[editar] Estilo
Se le consideró un cantaor de conocimiento enciclopédico, dominando todos los palos del Flamenco.[6] El poeta y narrador Fernando Quiñones dijo de él:-
- Papel semejante al de Paquiro en la tauromaquia o, aventurando un poco más, al de Juan Sebastián Bach en la música clásica, se nos antoja el jugado por Silverio en la Edad de oro del Flamenco. Puente entre dos tiempos de ese arte, es Silverio quien amplia y sistematiza su futuro, conexionando el fecundo cuanto oscuro periodo arcaico, cuyos últimos tiempos vivió, con una nueva época en la que hacen posibles su disfrute, el conocimiento de sus formas y su acrecentamiento.
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